Otro de los rasgos distintivos de la cultura en la Isla es su arquitectura, la cual destaca de modo especial en esa ciudad cosmopolita de las columnas que es La Habana, con sus espacios históricos en medio de las ciudades coloniales rescatadas.
Este tipo de arquitectura consta de amplios ventanales, balcones, diseñando una casa espaciosas, comunicativa y sobre todo ventilada, abierta. Son de entonces el empleo de tamizadotes de la fuerte luz solar del trópico, dándole un tono peculiar por el rejuego de los vitrales de medio punto donde estaban atrapados los colores del trópico y la belleza regodeada en la herrería. A esto se suman los soportes en las plazas y en las principales avenida, motivo por el cual el inigualable escritor Alejo Carpentier denominara a la capital cubana como la ciudad de las columnas. A esto se suma el ritmo de las fachadas, las tejas rojas y las maderas torneadas en los balaustres de los balcones, logrando un contraste entre color y textura.
En la década del XX las intervenciones en el espacio urbano de las diversas influencias arquitectónicas fue apoteósico: el art noveau llegó de la mano de los maestros catalanes; se impone y generaliza el eclecticismo; luego llega el neo historicismo y da su entrada triunfal el art deco el cual inaugura el movimiento moderno arquitectónico en toda la Isla con un corte racional, y además le otorga un alto valor patrimonial.
Mención aparte merecen el sistema de fortalezas militares de La Habana colonial y de todo el país: Castillo de los Tres Reyes del Morro, Castillo de la Punta, etc, la fortaleza de La Cabaña la más grande de América y el Castillo de la Real Fuerza que es el primer fuerte abaluartado del continente. También destacan el Castillo de Jagua en Cienfuegos, San Pedro de La Roca en Santiago de Cuba y el Fuerte de Matachín en Baracoa; además de sus dos ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad: La Habana Vieja y Trinidad.
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