La escena de la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, plaza principal de la música de cámara en Cuba, fue protagonista de un hito histórico al exponer un recital con la obra precursora de los catalanes Cayetano Pagueras y Juan Paris.
Tras una acuciosa investigación musicológica y una artesanal labor de restauración de las partituras, escritas hace más de dos siglos, fueron devueltas al patrimonio musical cubano las composiciones más antiguas de estos grandes músicos catedralicios.
Las piezas de finales del siglo XVIII y principios del XIX, con la impronta litúrgica de misas y villancicos, constituyeron un enorme reto para los intérpretes y el director orquestal José Antonio Méndez, quien comentó a medios de prensa que el principal desafío consistió en enfrentar estas obras sin un referente previo. Méndez condujo a la orquesta adjunta al Lyceum Mozartiano de La Habana y a la Camerata Vocale Sine Nomine, cuya tesitura se asemeja a la empleada en las catedrales habaneras de aquella época.
El espectáculo, largamente ovacionado, fue muy bien valorado por reconocidos especialistas de la crítica y público en general. Dentro de los asistentes, el maestro Leo Brower aseveró que esta es una música llena de sorpresas, sin los clichés de la época, lo cual permite una libertad creativa a través del lenguaje expresivo de los intérpretes que la asuman.
Cayetano Pagueras y Juan Paris, ambos españoles radicados en Cuba a finales del setecientos, legaron algunas de las más preciosas y añejas obras de nuestro capital sonoro.
Pagueras, quien infructuosa y repetidamente intentó colocarse en el puesto de maestro de capilla, tuvo una larga producción composicional. Se le reconocen unas 80 obras, de las cuales solo perduran 19 títulos en fondos eclesiásticos de Cuba y México.
Paris, por su parte, fue sucesor de Esteban Salas como maestro de capilla en la Catedral de Santiago de Cuba, durante 40 años, donde reformó la tímbrica instrumental. En aquel tiempo le fue negada la difusión de su música cuando se hacía distinciones entre criollos y peninsulares, pero su labor sostenida en el ámbito de la composición le valió el reconocimiento tardío de sus coterráneos.
Las musicólogas Miriam Escudero y Claudia Fallarero, del Gabinete de Patrimonio Musical de la Oficina del Historiador de La Habana, relatan que este levantamiento arqueológico musical suma más de veinte años de arduas jornadas orientadas a devolver estas valiosas obras a la memoria colectiva y el patrimonio musical cubanos. Este proyecto cuenta con el auspicio de instituciones como el Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, la Universidad de Valladolid, España y el Centro Nacional de la Música de Concierto, entre otros.
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