Cuba celebra cada año, con éxito, su Festival Internacional de Artesanía, plaza en la que además de brindar una panorámica de esta manifestación artística a nivel mundial, la Mayor de las Antillas muestra orgullosa sus logros en el arte de las manualidades, fruto de una tradición que se remonta a la génesis del redescubrimiento del archipiélago por el entonces Almirante genovés Cristóbal Colón. Entonces la Isla estaba poblada por comunidades aborígenes agroalfareros y preagroalfareros.
Los preagroalfareros eran poseedores maestros en el trabajo con la piedra; usando el caracol y la concha confeccionaron gubias, collares, vasijas, cuchillos, hasta sus ropajes –tanto los cotidianos como los de uso ceremonial- los elaboraban con piezas trabajadas a partir de esos materiales. Por su parte los agroalfareros además de poseer una cultura lítica, trabajaron la cestería y la madera –en la construcción de las canoas, para la navegación, y en bohíos y caneyes, además de la talla en madera de sus ídolos o cemíes, los atabales o tambores y los asientos ceremoniales o dujos–, desarrollaron la cerámica y dan fe de esto la gran cantidad de fragmentos de piezas encontrada, lo cual representó para ellos un oficio primordial en la cultura y economía de estas poblaciones. Pero toda esta riqueza se conoce por el trabajo de antropólogos y arqueólogos y las cronistas de las Indias, ya que no existe una conexión fuerte y directa entre la artesanía aborigen y la tradicional contemporánea cubana.
Otro componente importante en la sedimentación de nuestra cultura lo fue el aporte africano, el cual dejó un legado importante en la artesanía popular: el trabajo con semillas y la cerámica fueron los fundamentales. La realidad histórica y geográfica que vivieron estos hombres y mujeres arrancados de su hábitat para trabajar como esclavos en la agricultura de plantaciones de América, los hizo readaptar sus creencias y tradiciones como medio de supervivencia y de preservación de sus cultos y tradiciones.
Hoy quienes han asumido la artesanía con generalmente personas con conocimientos de dibujo y diseño, estudiantes y egresados de las escuelas de arte, y su fin más allá de una forma de expresión artística tiene un objetivo comercial y de intercambio cultural. Y su desarrollo ha ido en ascenso incluso en la confección de piezas de uso práctico, en igual competencia con la industria.
Sin perder ese carácter decorativo y estético, a esto se le suma la funcionalidad.
Ejemplos de grandes artesanos cubanos son Pepe Rafart en el trabajo con la joyería, Carlos Espinosa y Julio César Garrido se han dedicado a trabajar el cedro y el cuero para el tabaco –muchos de sus trabajos han sido subastados en los eventos internacionales de Habanos–; así como el Premio Nacional de Artes Plásticas 1998 Alfredo Sosabravo, artista en el que la cerámica goza de un espacio privilegiado en su obra.
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