Hotel Raquel


Aunque su propósito esté en el rescate de la historia, el hotel Raquel es una de las novedades de la empresa Habaguanex. Un lujoso inmueble de 25 habitaciones dobles, de lujoso diseño, confortables, todas distribuidas en tres niveles y bajo una línea decorativa impresionante.
Considerado como una evocación alegórica a la cultura hebrea en Cuba no solo por su nombre, el hotel posee otros espacios que así lo reafirman como el lobby bar Lejaim, la boutique Bezalel y el restaurante Jardín del Edén. 
Posee una encantadora terraza mirador en donde se encuentra ubicada una gran cúpula, además de galerías y diversos espacios –hermosamente decorados– que convidan a sus huéspedes y visitantes al descanso, al reposo, al sosiego.
Sus orígenes provienen de su arquitecto el venezolano Naranjo Ferrer y de una sociedad mercantil surgida a inicios del siglo pasado en La Habana. Considerada una de las más importantes importadoras de tejidos de entonces, dicha sociedad ordenó su construcción entre 1905 y 1908 y para ello adquirió las fincas de San Ignacio No. 58 y Amargura No. 11.  Con un desempeño próspero, esa sociedad exhibía en sus repisas telas de innumerables variedades y fabricantes, procedentes de los mejores radicados en Gran Bretaña, España, Francia y Estados Unidos. Contaban con un amplio almacén de dos mil metros cúbicos, ascensor eléctrico, un tranvía encargado del manejo de las mercancías, además de la deslumbrante escalera de mármol que conducía a los pisos superiores en los cuales varias oficinas tenían arrendados espacios.
Hacia 1914 el inmueble pasó a manos de la Compañía Cubana de Accidentes S.A., hasta que en 1927 la compró el español Esteban Gaicedo y Torriente, quien lo legó a sus familiares. Después de pertenecer a varios inquilinos, pasó a la la Sociedad Mercantil Compañía de Fincas Rústicas y Urbanas S.A., hasta llegar a nuestros días.

Casa Museo de Lezama Lima


Una sencilla casa de estilo ecléctico, enclavada en el Barrio de Colón, atesora objetos personales y documentos dispuestos a la manera de su dueño, el célebre escritor cubano José Lezama Lima en lo que es su Museo Casa; el inmueble en el que vivió los últimos 47 años de su vida y en el que concibió las mundialmente famosas novelas Opiano Licario y Paradiso. Allí, de 1984 a 1989 funcionó una extensión de la Biblioteca Municipal que llevó el nombre de Lezama.
En el inmueble se pueden encontrar, en seis salas, documentos y objetos personales, parte de su vasta biblioteca, piezas decorativas, además de una rica galería donde se encuentran los pintores vanguardistas cubanos –Portocarrero, Mariano Rodríguez, Víctor Manuel–, junto a otros extranjeros. Su ambiente de misterio en cada una de las estancias de la casa, como lo catalogara el mismo Lezama, es respetado. El barroquismo de su decoración se aprecia a través de las obras obsequiadas por amigos pintores y escultores y otras figurillas, gran parte eternizados también a través de las páginas de Paradiso. También se encuentran documentos y fotografías de sus encuentros con los escritores del grupo Orígenes. La institución, además, investiga, promociona expone todo el patrimonio lezamiano, además de organizar talleres de creación, cursos de apreciación de las artes, eventos nacionales e internacionales como la Fiesta Innombrable, tertulias, conferencias.
La primera sala fue su lugar de tertulias y reuniones literarias; comparte junto a las obras plásticas, fotografías de sus padres, el Coronel José María Lezama y Rosa Lima, en una posición desde la cual eran contemplados con Lezama cuando leía o en sus momentos de creación. La segunda sala su biblioteca personal, considerada entre las más importantes de la ciudad, cuenta con 21 volúmenes de la Enciclopedia Británica del año 11, mencionada en la novela Paradiso y que pertenecieron a su padre; junto a obras de arte, entre ellas dos obras del pintor español Antonio Saura, muestra de la relevancia internacional del maestro Lezama a quien fuera a visitar en su casa de Trocadero 162 escritores y artistas mundiales de los 60. Así sucesivamente ocurre con su Dormitorio, Segundo Cuarto y el Estudio –la estancia más importante desde donde nacieron Paradiso y otras tantas grandes obras de su autoría–. El Comedor fue convertido en una sala expositiva que atesora la colección de artes donadas al célebre poeta y ensayista.

Hotel Nacional de Cuba, mas de 8 décadas de historia y servicio al turismo.


Un recorrido histórico organizado por el célebre Hotel Nacional de Cuba –uno de los más clásicos y emblemáticos de La Habana y declarado Monumento Nacional, Patrimonio de la Humanidad y Memoria del Mundo por la UNESCO–, adentrará al visitante desde sus inicios el 30 de diciembre de 1930 hasta la actualidad. Una institución hotelera de lujo, con servicios de primera clase que lo avalan sus seis décadas de existencia recibiendo a las más notables personalidades del mundo y hombres de negocios. El denominado “castillo encantado”, bautizado por Alejo Carpentier, posee hermosos salones como el Salón Vedado –nombre que recibe por estar construido el inmueble sobre el monte homónimo–; el Salón Taganana –nombre que recibe de la cueva que se encuentra bajo los cimientos del Nacional–, además de su rutilante Salón Parisién inaugurado por la actriz, cantante y estrella de cabaré norteamericana Eartha Mae Kitt y en donde desfilaron sucesivamente grandes artistas como Nat King Cole, Pello el Afrokán, Omara Portuondo, Esther Borja, Pacho Alonso, Los Modernistas, las orquestas Jorrín y Aragón, Las D´Aida, entre tantos otros. 
El lujoso inmueble de estilo ecléctico, con presencias del Art-Decó, elementos de la arquitectura hispano-moruna, reminiscencias árabes, del neocolonial y neoclásico y hasta detalles del ambiente californiano de décadas anteriores; su construcción fue acometida por las firmas norteamericanas Mc Kim, Mead & White y la Purdy Henderson Co. Pero el llamado buque insigne de la industria hotelera en Cuba debe su fama, además de los diferentes eventos nacionales e internacionales que se realizan en sus salones (Cumbres presidenciales, Ferias del Habano, Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, entre otros), a los visitantes distinguidos que le han dado fama internacional: en la década del 40 fue escenario de los más violentos encuentros entre la mafia neoyorkina –reunió las cinco familias mafiosas de esta ciudad y los encargados de sus negocios en la Isla a puertas cerradas, entre ellos los mafiosos Santos Traficante (padre) y Meyer Lansky, quien trató con Batista los futuros casinos de juego –; además de presidentes y músicos y actores de renombre mundial: Johny Weismuller (Tarzán), Eduardo VIII (Príncipe de Gales), Emilio Roig, Rita Montaner, José Raúl Capablanca, Trío Matamoros, Ñico Saquito, Errol Flynn, Frank Sinatra, Ava Gardner, Fred Astaire, María Felix, Agustín Lara, Jorge Negrete, Mario Moreno, Jean Paul Sartre, Tennessee Williams, Ernest Hemingway, Ernesto Lecuona, Germán Valdés (Tin Tan), Bola de Nieve, Nelson Rockefeller, Sir Alexander Flemming, Lucho Gatica, Marlon Brando, Walt Disney, Lola Flores, Libertad Lamarque, Josephine Baker, Harry Belafonte, Pierre Cardin, Paco Rabane, Michelle Legrand, Robert de Niro, Arnold Schwazeneger, Diego Armando Maradona, Alicia Alonso, Ana Belén, Víctor Manuel, Francis Ford Coppola, Mohamed Ali, Imanol Arias, Victoria Abril, Henry Aaron, Javier Sotomayor, Teófilo Stevenson, Danny Glover, Soraya ex-emperatriz de Irán, las Top Model: Kate Moss y Naomi Campbell (la modelo negra mejor pagada en Europa), los integrantes de los Backstreet Boys, Jodie Foster, Oliver Stone y Steven Spielberg, Benisio del Toro, Fito Paez, Kevin Costner, , Sara Montiel, Celia Sandys la nieta de Winston Churchill, Vilma Espín, Juanes, Olga Tañón, Álvaro Torres, Joan Manuel Serrat; además de Premios Nobel y jefes de Estado como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Cristina Fernández de Kitcheners.  El cosmonauta ruso Yuri Gagarin; todos recogidos en su Salón Fama.

Hotel Ambos Mundos, un sitio acogedor para hospedarse en La Habana


El novelista norteamericano Ernest Hemingway, Premio Nobel de Literatura, fue durante algunos años –de 1932 a 1939–, antes de mudarse definitivamente hacia la Finca La Vigía, el huésped habitual de la habitación 511 –hoy este cuarto es una especie de museo– del hotel de cuatro estrellas Ambos Mundos ubicado en las intersecciones de las calles Obispo y Mercaderes, a solo unos pasos de la Plaza de Armas. De hecho Hemingway lo calificó como “un buen sitio para escribir” por lo atractivo y acogedor de su ambiente arquitectura ecléctica. Desde allí surgieron muchos artículos del destacado escritor para la revista Esquire y varios de los capítulos de su novela “Por quien doblan las campanas” obra maestra de la literatura universal; y también a él se debe la carta del restaurante del hotel –restaurante Plaza de Armas o en el Café Roof Garden–, la cual cuenta con muchas de sus preferencias culinarias y de la cocina cubana e internacional. Allí también se hospedaron Federico García Lorca, Ramón Valle Inclán, el historiador de la Habana Emilio Roig de Leuschering y el cineasta Tomás Gutiérrez Alea (Titón). 
Su construcción data de 1923 y oferta 52 habitaciones -tres de ellas suites junior- en un acogedor entorno del siglo XX. Posee además, el Salón Del Monte, en honor al promotor cultural Domingo del Monte, espacio sede para eventos, banquetes, sesiones plenarias, encuentros de negocios, bodas y como galería de arte, con capacidad para 100 personas; y la sala Letrán dispuesta para reuniones ejecutivas privadas. En su ambientación se pueden apreciar obras de pintores cubanos contemporáneos como Flora Fong, Ever Fonseca y Nelson Domínguez.
Un espacioso lobby le da la bienvenida, el cual posee una bella fuente esquinada, moderna, espacio también donde se realizan exposiciones de artes plásticas y presentaciones de músicos jazzistas en el escenario del piano bar. También posee un elevador antiguo de la década del 30.
Aunque no todas sus habitaciones tengan vista hacia la populosa ciudad, las que sí lo poseen le dan la posibilidad no solo de admirar las calles adoquinadas de Obispo y Mercaderes, también los zanqueros, los actores callejeros disfrazados de exuberantes mulatas vendedoras de flores y entonando pregones y hasta un escuadrón de soldados en uniformes ingleses del siglo XVIII.

El Mesón de la Flota.


Como una reminiscencia, en su ambientación, de las costumbres marineras de la Isla entonces colonial, se levanta el Mesón de la Flota.
La Habana, denominada también llave del Golfo, fue un importante puerto de las Indias en el cual atracaban galeones que en su travesía hacia el Viejo Continente, hacían una parada en la bahía habanera antes de seguir su largo viaje. Esto trajo consigo una amalgama de culturas y costumbres, además de la actividad comercial, ambiente en el cual abrió el Mesón de la Flota beneficiado por su cercanía a la bahía y a la Plaza Vieja.
El establecimiento está equipado con cinco habitaciones cómodas armadas de las más exigencias de la actualidad en cuanto a climatización y confort; además de su privilegiada ubicación muy cerca de museos y de toda la actividad cultural de la ciudad.
Su espacio más conocido es el restaurante de igual nombre construido a la usanza española, evocando a las tabernas de la colonia. Su ambientación es netamente marítima, en una mezcla de símbolos de la marinería, algunas réplicas de navíos antiguos y banderas del código marítimo de señales.
Entre las ofertas de este restaurante está el amplio surtido de vinos de diferentes países y la exquisita e inigualable de tapas españolas; junto a otras posibilidades como la de elegir entre postres criollos y españoles, platos fuertes con guarniciones o entrantes fríos y calientes al gusto.
Los platos que le otorgan un sello distintivo y de calidad son elaborados con langosta –la reina del Caribe–, como la “langosta borracha con frutas del Caribe” confeccionado con el exquisito crustáceo como base  y adicionándosele ají, mantequilla, cebolla con jugo de piña y dados de piña y frutabomba.
Un excelente elenco artístico ameniza el deleite culinario. Dispuesto con un pequeño tablao, diferentes grupos de música flamenca y danza rememoran los bailes y cantos españoles.

Feria Internacional de Turismo en Cuba

El 8 de mayo se llevará a cabo la XXXII Feria Internacional de Turismo en Cuba (FITCUBA 2012), su sede tendrá lugar en Cayo Santa María, ubicado al norte de la provincia de Villa Clara. En ese hermoso destino turístico considerado el más joven de Cuba se dará acogida a funcionarios de ese sector, turoperadores, agentes de viajes, prensa especializada y a numerosos representantes de aerolíneas internacionales.
En el transcurso del evento los especialistas y promotores de la industria turística podrán compartir e intercambiar experiencias, también discutir temas como el turismo de familia, una modalidad con inmensas posibilidades de desarrollo en Cuba y también dentro de la región.
Durante el primer día del evento se darán conferencias de Manuel Marrero, ministro cubano del sector, Daniel Pablo Aguilera, secretario del turismo de la República Argentina, país invitado de honor en FITCUBA 2012, y de Carlos Vogeler, director regional para las Américas de la Organización Mundial del Turismo.
Los islotes Santa María, Las Brujas, y Ensenachos, situados al  norte de Villa Clara se enlazan con la isla de Cuba mediante un viaducto sobre el mar, pedraplén de aproximadamente 48 kilómetros de longitud.
FITCUBA 2012 dará a conocer los entornos de la región oriental cubana, un área conformada por las provincias de Camaguey, Ciego de Ávila, Las Tunas, Granma, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo, región donde se alternan sistemas montañosos, playas cristalinas y ricos entornos naturales.

Topes de Collantes


La privilegiada naturaleza convirtió a Topes de Collantes en lo que pudiera fantasearse como un paraíso terrenal. Ubicado en las proximidades de Trinidad (20 km), a 800 metros sobre el nivel del mar, este Parque Natural exhibe una extraordinaria belleza, acentuada por las formaciones boscosas de pinos, los helechos arborescentes, las orquídeas silvestres, las cascadas y los saltos de agua.
El alto nivel de endemismo y el perfecto equilibrio entre la flora y la fauna, son claves en el escenario natural de Topes de Collantes, localizado en el centro de la Isla de Cuba, en la provincia de Sancti Spíritus.
Todo este esplendor de la zona centrosur de Cuba, se concentra en el macizo montañoso de Guamuhaya, nombre que utilizaban los aborígenes para denominar a la región montañosa del Escambray.  Es una de las cuatro cordilleras más importantes de la Isla y ha sido reconocida como Paisaje Natural Protegido.
Este grupo montañoso se caracteriza por los picos empinados y hondos valles intramontanos; la abundancia de la vegetación; el endemismo de especies de flora y fauna; los saltos de agua y pocetas; los sistemas cavernarios; y los senderos naturales que recorren estos paisajes.
El ambiente sano, depurado y apartado de la civilización, unido a las excelentes condiciones climáticas –con parámetros de bienestar ambiental por encima del 60 %- son ideales en Topes de Collantes para el reparador descanso y los tratamientos para mejorar la calidad de vida. Allí existe un Centro Nacional de Rehabilitación de Salud, donde se practican técnicas de Medicina Tradicional y ejercicios físicos terapéuticos.
La institución dispone de los equipos más novedosos empleados para la recuperación de la salud, así como de piscina climatizada, baños de vapor, sauna y un personal con elevada calificación, capaz de brindar diversos tratamientos médicos. Sin embargo, no hay dudas de que el mayor efecto reparador en los pacientes es el de vivir en plena naturaleza con un saludable micro-clima.
En Topes de Collantes las condiciones naturales son excepcionales, además, para la práctica del senderismo, la observación de aves, la espeleología y otras aficiones de los amantes del turismo de naturaleza.
Se trata de un destino turístico con una identidad propia, muy asociada, al medio ambiente, a la preservación y al adecuado equilibrio entre el desarrollo y la naturaleza.
El paradisíaco entorno natural se complementa con la existencia de 15 especies de pinos, 12 de eucaliptos, más de 100 plantas ornamentales, además de variedades de helechos, plantas medicinales, orquídeas silvestres y árboles como el algarrobo, el cedro, la caoba y la magnolia.
Es también hábitat natural de especies endémicas locales como la ranita co-lín, una de las más pequeñas del mundo. Además, por la topografía de variado mosaico vegetal, es favorecido el llamado “borde ecológico”, que incrementa la presencia de aves como la cotorra, el negrito, el gavilán, el pájaro carpintero y el tocororo (ave nacional de Cuba), además de otras como la codorniz, las torcazas y la paloma rabiche.
En la práctica esta región funciona como una gran reserva natural de los animales y por sus características es considerada de especial significación para el desarrollo y la protección de la fauna silvestre cubana.
Entre las aves silvestres endémicas reportadas en la zona de Topes de Collantes-Caburní-Potrerillo, están el carpintero churroso y el verde, catey, chillina, gavilán colilargo, Juan chiví, pedorrera, sijú cotunto y platanero, sinsontillo, tomeguín del pinar y totí.
Son subespecies endémicas el arriero, cernícalo, negrito, siguapa y zunzún, mientras existen además otras especies de la avifauna: aura, azulejo, bijirita, judío, lechuza, mayito, paloma rabiche, querequeté, sinsonte, tojosa y torcaza cabeciblanca. Llama la atención de los estudiosos de los reptiles la presencia de la bayoya, el chipojo blanco, el bobo, la lagartija, y los endémicos majaes de Santa María y jubito Magdalena.
Sorprendentes son los ríos, estrechos y de rápido caudal, que forman profundos valles en las montañas, y sus desniveles provocan saltos de agua tan impresionantes como Vegas Grande, El Rocío y El Caburní, éste último declarado Monumento Nacional.
El indio Guajimico es un personaje célebre en la historia de la región.

Confortables hoteles

En Topes de Collantes se tiene el privilegio de estar en un entorno natural provisto de inigualables recursos para admirar y disfrutar. Varios parques naturales de recreación y aventuras son más que una invitación  al descubrimiento de un paisaje asombroso, matizado este entorno por el conocimiento de las costumbres y tradiciones de los habitantes de la región.
A la belleza natural de Topes de Collantes, redoblada por la concentración de paisajes de alto valor estético, se suma la exclusividad de una confortable planta hotelera integrada por los hoteles Los Pinos y Serrano, el Kurhotel Escambray, el Motel Los Helechos y la Villa Caburní.

Parque Caburní


Para los aficionados a descubrir los sitios más selectivos creados por la naturaleza, el Parque Caburní es una opción muy apreciable. Allí los aguarda un sorprendente salto de agua, considerado entre los más espectaculares y altos de Cuba (62 metros).
Asociado a leyendas y tradiciones, con formaciones rocosas singulares y entornos muy atractivos, a este lugar se llega tras un recorrido de 2500 metros por valles de extraordinaria belleza, sitios de apreciable endemismo de la flora y la fauna y pendientes de hasta 45 grados.


Toda una aventura para recordar es la visita a este salto que seduce al visitante a salpicarse con el agua que, susurrante, cae hacia una poza cristalina igualmente alimentada por manantiales que unen su frescor al encanto de los verdes pinos, eucaliptos, cafetales y helechos arborescentes que complementan los encantos del entorno.


Parque Codina

A solo cinco kilómetros de Topes de Collantes, se  localiza el Parque Natural Codina, sitio de especiales encantos, ideal para el senderismo y el ecoturismo.
En una antigua hacienda de cafetaleros catalanes está Codina, a 600 metros sobre el nivel del mar y provisto de múltiples encantos, el sendero turístico “La alfombra mágica” está entre sus más resonantes atractivos. Durante el recorrido se pueden contemplar su orquideario, el jardín de bambúes y grandes áreas de plantas medicinales.
La Cueva del Altar constituye un mirador natural que regala una impresionante vista panorámica de la ciudad de Trinidad, el Valle de los Ingenios y la península de Ancón. Playa Ancón, en el municipio de Trinidad, posee una confortable planta hotelera y sitios ideales para el descanso y la recreación.

Parque El Cubano

Otro sitio atrae la atención de los visitantes a 250 metros sobre el nivel del mar. Se trata del Parque Natural El Cubano, con una extensión de 2 km y en las márgenes del río Guaurabo, por donde transitó el colonizador Diego Velázquez antes de la fundación de la Villa de Trinidad y que fue también punto de partida del célebre Hernán Cortés cuando se dirigió a la conquista de México.
Los senderos “Las huellas de la historia” y “Cimarrones de Javira”, facilitan el conocimiento de la historia y las costumbres de las familias campesinas de la zona, además del acercamiento a lo que fue la vida de los esclavos del antiguo “Ingenito”, uno de los primeros centrales azucareros construidos en Trinidad.

Parque Guanayara

A solo 15 km de Topes de Collantes está el Parque Guanayara, conocido internacionalmente como “La casa de la Gallega”.
Ideal para aventuras, a 550 metros sobre el nivel del mar, llama la atención en ese lugar, la fusión de los atractivos naturales con los culturales, estos últimos simbolizados por un antiguo cafetal donde se puede ver el proceso de secado del grano y conocerse de cerca la vida del campesino de la zona.
Allí se encuentra el sendero “Centinelas del río melodioso”. Durante el recorrido tendrá la oportunidad de conocer una serie de valores naturales muy relacionados con el río Guanayara. El hermoso salto “El Rocío” y la poza de aguas transparentes y tranquilas “El Venado”.

Parque Caguanes

Al norte del municipio Yaguajay, en la provincia de Sancti Spíritus, se encuentra el Parque Nacional Caguanes, una de las zonas núcleo de la Reserva de la Biosfera del Programa MAB (Man and Biosphere) de la UNESCO y sitio RAMSAR, por los valores de sus humedales.
Este sitio es uno de los de mayor densidad de cuevas en Cuba. En poco más de un kilómetro cuadrado existen más de 35 cuevas, y 11 kilómetros de longitud de galerías subterráneas. En la ciénaga de Las Guayaberas se localiza la mayor colonia de grullas de Cuba.


Yaguajay

Muchas son las referencias que se dan del municipio de Yaguajay, ubicado al norte de la provincia de Sancti Spíritus, pero ninguna hace mayor alusión a la realidad de esa localidad del centro de Cuba, que su rica historia y los encantadores paisajes naturales.
Sus reseñas históricas se remontan a la guerra de independencia del colonialismo español en el siglo XIX y más recientemente, durante la insurrección contra la tiranía de Fulgencio Batista, fue lugar de asiento de la Comandancia del destacado jefe rebelde Camilo Cienfuegos, a quien está dedicado un museo que lleva su nombre.
También en Yaguajay también la naturaleza puso su mano divina, al concederle la Villa San José del Lago, más conocida como Los Lagos de Mayajigua.
Este balneario posee excelentes aguas minerales y termales y es frecuentado por los que gustosamente combinan el placer de unas relajantes vacaciones con los tratamientos que al natural favorecen la salud.

Alturas de Banao

Valles intramontañas, saltos de agua y ríos, adornan el paisaje de Alturas de Banao, caracterizado por lo singular de su relieve, con cimas en forma de cúpulas, debido al desarrollo de los fenómenos cársicos que tienen lugar en la zona. 
Considerada una comunidad clásica de colectas botánicas para los investigadores de la flora cubana, allí se reportan más de 900 especies de plantas.

Península de Ancón

Las mejores playas de la costa sur de Cuba están en la Península de Ancón, localizada en el municipio de Trinidad y poseedora de una confortable planta hotelera con el confort necesario para el reparador descanso después de largas jornadas de aventura.
El encanto natural de esa zona está además en sus fondos marinos. Bajo las límpidas y cálidas aguas que rodean a la península de Cayo Blanco, se extiende la barrera coralina más grande del país.

El Valle de los Ingenios

Al oeste de la ciudad de Trinidad, está el Valle de San Luis o Valle de los Ingenios, donde en la primera mitad del siglo XIX existían más de 70 fábricas de azúcar.
Hoy existen en el Valle 70 sitios arqueológicos. Ruinas de fábricas de azúcar, casas de hacendados, barracones y múltiples objetos rudimentarios de la etapa colonial, aún permanecen para ser admirados por los visitantes.
Entre las construcciones más relevantes que se conservan está la Torre Iznaga, situada en el caserío de Manaca Iznaga. Este valle, de conjunto con Trinidad, fue declarado en 1988 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Trinidad, Ciudad Colonial de Cuba

La villa colonial mejor conservada de América, al decir de muchos, y considerada una joya de la cultura iberoamericana.
Cuentan las crónicas de antaño que el conquistador español Diego Velásquez buscaba un lugar apacible y hermoso para disfrutar la Fiesta de la Navidad en 1513, en esa isla de ensueños que era Cuba.  Había fundado ya las villas de Asunción de Baracoa, la primada, y San Salvador de Bayamo, en el oriente, pero el sortilegio de aquella naturaleza salvaje y llena de sorpresas, lo hizo dirigirse al resto de la ínsula y en la parte central-sur, junto a las márgenes del río Guaurabo, decidió asentarse. Aquel era un lugar donde podía valerse de la mano de obra de la población aborigen para sacar el mejor fruto a las tierras fértiles del territorio, privilegiado además por la cercanía de tres puertos bien abrigados y propios para el avituallamiento y salida de las expediciones.
Ante tantas posibilidades y atractivos, el Adelantado Diego Velásquez decidió fundar en enero de 1514, hace 490 años, la Villa de la Santísima Trinidad de Cuba, reconocida tras el paso de más de cuatro centurias como Patrimonio Cultural de la Humanidad, una alta condición que otorga la UNESCO.
Ciudad Museo del Mar Caribe
El tiempo, tirano como dicen muchos, no ha podido sin embargo borrar la huella del antiguo esplendor que distinguió a la ciudad de Trinidad, en el centro-sur de Cuba, una de las más prósperas de la Isla durante las primeras décadas del pasado silgo XIX.
En la denominada Ciudad Museo del Mar Caribe se vela cuidadosamente cada elemento arquitectónico o piedra de sus calles, para que sigan guardando la mayor similitud con los proyectos originales.
Constituye un lugar de una autenticidad que no es casual, donde parece haberse detenido el tiempo y mo para mal, sino para bien patrimonial tangible de la cultura, no solo desde el punto de vista arquitectónico, sino también de sus tradiciones y raíces más autóctonas.
Quien la visita queda maravillado por las habilidades manuales de las bordadoras y tejedoras de prendas de vestir, o de aquellos artesanos que sacan del yarey, la yagua o el guaniquiqui –fibras vegetales que abundan en la zona- carteras y sombreros que los turistas adquieren para atenuar la calidez del sol del trópico, mientras cámara en mano atrapan imágenes que semejan postales coloniales.
Las calles empedradas, en tramos estrechas, se pueblan de esos hombres y mujeres que igualmente infinidad de souvenirs realizados en madera tallada o en barro enriquecido por la técnica de la alfarería, con elementos que destacan la cultura e historia de la ciudad.
Uno de los aspectos más apreciados por los numerosos turistas que visitan esta ciudad es precisamente su sostenibilidad, el hecho de que en lo que parece una ciudad museo palpite, al mismo tiempo, la vida en la más perfecta armonía. Tras las rejas de las viviendas, que semejan filigranas de encajes, se desenvuelve el cotidiano quehacer de las familias, fieles veladoras del cuidado y conservación de su ciudad. Desde los amplios ventanales, por lo general siempre abiertos, se da la bienvenida a los visitantes o se escuchan, ya entrada la noche, tonadas trinitarias, expresión de antiguas tradiciones.
Tanto en las instalaciones hoteleras como en muchas residencias que ofrecen hospedaje y comida al turista, se vela por mantener la exquisitez del menú criollo, donde el cerdo asado, el arroz congrís, la yuca con mojo y la ensalada de estación, acompañada de la refrescante cerveza, deleitan el paladar del más exigente.
Todo en Trinidad invita al paseo, partiendo de la Plaza Mayor que los españoles establecieron al fundar la Villa, la cual se halla en el mismo lugar con su añejada belleza, que hace evocar a quien pasea por sus áreas o descansa en uno de sus bancos, aquellos tiempos cuando se escuchaba el pregonar de los vendedores de frutas y las esclavas acompañaban en sus paseos a las encumbradas señoritas de la más rancia aristocracia trinitaria.
La palma real, árbol que identifica la nacionalidad cubana, ofrece la fresca sombra que todos agradecen y adorna este enclave en cuyo entorno sobresalen las mansiones señoriales de otros tiempos, con su singular arquitectura, cuyo peso decorativo se centra en la ornamentación neoclásica, vista en murales, molduras, jambajes de madera y en las hermosas rejas.
Entre esas edificaciones figura el Palacio Brunet, ubicado en una de las esquinas de la plaza y que en la actualidad acoge al Museo Romántico, instalación que sufrió algunos cambios con el tiempo, pero que conserva en muy buena medida su aspecto original de 1808.
Igualmente complementa ese entorno la Parroquia Mayor y otros palacetes que atesoran piezas museables.
Sobresalen como elementos de la cultura popular más de 30 festividades, entre las cuales se inscriben el carnaval trinitario o Fiestas de San Juan, durante las cuales se disfrutan las charangas, mezcla de manifestaciones de los teatros español y negro, así como el Baile de la Cinta que en sus orígenes se bailaba alrededor de un árbol, pero con el tiempo se trasladó a la calle como la compara El Cocuyé.
Expresión de la presencia africana, llegada a esa región por la necesidad de mano de obra fuerte y resistente es, sin dudas, el Cabildo de los Congos Reales.
Toda esa mezcla de elementos hacen de Trinidad, la emblemática ciudad situada entre las montañas y el mar; y considerada como la villa mejor conservada de toda América al decir de muchos especialistas.
Es de hecho un sitio inolvidable y grandioso para quienes buscan la arquitectura del pasado, las leyendas y tradiciones, las raíces culturales nacidas de la fusión de varias razas.
También representa un destino ideal para aquellos que gustan del turismo de naturaleza, por contar a solo 20 kilómetros de la ciudad con el Gran Parque Nacional Topes de Collantes, que con sus senderos ecoturísticos, observatorios de aves, saltos de agua y otros atractivos, sirve de sede a TURNAT 2004.
El Valle de los Ingenios
El auge de la villa se debió, fundamentalmente, al fomento de la industria azucarera, que permitió levantar varios ingenios en el cercano valle de San Luis, un bello paraje rodeado de montañas e irrigado por las aguas del generoso río Alabama. Al compás del incremento azucarero nacieron sólidas fortunas y se originaron apreciables cambios económicos y sociales en la región.
Un cronista de la época, Ramón de la Sagra escribió: “Todo el valle de Trinidad pertenece a un corto número de hacendados que lo han cubierto con sus ingenios y potreros, sin dejar casi nada para los cultivos menores de los sitios y estancias”.
Destacó también el hecho de que ya en fecha tan temprana como 1860, las tierras del Valle de los Ingenios habían perdido la fertilidad necesaria para el cultivo de la caña de azúcar.
Ese fenómeno, unido al desarrollo paralelo de puertos como el de la cercana ciudad de Cienfuegos, abiertos al comercio libre, arrebató a Trinidad su privilegiada posición. Los antiguos ingenios fueron desapareciendo y sus campos se convirtieron en simples colonias de un solo central.
Pasó el tiempo, pero hoy sigue viva la leyenda del Valle de los Ingenios, y algunas de las grandes viviendas de las plantaciones, quintas de temporadas y casas de trabajo, continúan en pie.
Todavía se puede admirar, como vestigio de la grandeza de antaño en los alrededores de Trinidad, el elegante campanario de la torre del ingenio Manacas-Iznaga, declarada junto a esa ciudad Monumento Nacional.
También se puede ver la casa del antiguo Central Bella Vista, construida en la cuarta década del siglo XIX por el rico gaditano Don Pedro Malibrán, con el más rancio estilo romano.
Igualmente sobresale, por su auténtico estilo criollo, la vivienda del ingenio Guáimaro, uno de los más productivos de aquella época. Entre los restantes del batey de Manacas-Iznaga figuran algunos bohíos de un poblado de esclavos, considerado entre los mayores hasta 1857.
La colorida vegetación del Valle de los Ingenios rodea con su magia a esos vestigios de un pasado que forma parte de la historia cubana.