El Alma Mater de la Universidad de La Habana


Aunque el búho es sinónimo de inteligencia, siempre acompañando a la erudita Palas Atenea; en Cuba el Alma Mater de la Universidad de La Habana es el símbolo de la intelectualidad cubana. Este monumento data de 1927 y  recibe con sus brazos abiertos a los jóvenes que estudian en la Casa de Altos Estudios, además de ser testigo de la historia y hasta confidente fiel de la juventud no solo en momentos duros, sino también en conciertos celebrados en su escalinata o tras cada graduación, la foto al pie de este monumento es recurrente como espacio de legitimación.

Mario Joseph Korbel (Osek 1882- Estados Unidos 1956), artista checoslovaco, fue su escultor, y la ejecución comenzó en 1919 culminando, al año siguiente para ser establecida por la compañía Roman Bronze Works de Nueva York. Pero,  inicialmente estuvo colocada en un terreno baldío y ahí se mantuvo hasta que más tarde pasara a la escalinata de la mencionada universidad.

Fue fundida en bronce y es una alegoría de la madre nutricia, la cual tiene como misión la inculcación de la cultura y el conocimiento. Una joven modelo cubana inspiró su rostro, entonces solo contaba con 16 años de edad y su nombre fue Feliciana Villalón Wilson pero se le conocía como Chana, mientras el cuerpo lo asemejó a una mulata afrocubana de ahí las contradicciones entre la estilización de las facciones del rostro y lo voluptuoso del cuerpo. Inicialmente el monumento simbolizaría a Platas Atenea.

Su primer emplazamiento fue en un lugar cerca del hoy Rectorado y la Plaza Ignacio Agramonte hasta 1927 que llegó hasta la escalinata. Ubicada en su lugar más prominente, se le erigió un pedestal de piedra y cemento, de la autoría de los importantes arquitectos cubanos Félix Cabarrocas Ayala y Evelio Govantes Fuertes quienes fuero autores de otras instalaciones allí y contratistas universitarios. El 17 de enero de 1928, con 88 escalones, se terminó la Escalinata Universitaria.

En cuanto a la dama inspiradora del cuerpo criollo del Alma Mater, de esa no se supo nunca quien fue; pero no faltaron las especulaciones y las curvas tropicales fueron adjudicadas a algunas féminas célebres de entonces como La Marcorina, la primera mujer que manejó un fotingo por toda La Habana y la primera que obtuvo licencia de conducción a principios del siglo pasado, otros aseguran que el cuerpo era de la inmortalizada musa de Manuel Corona: Longina, o Eva María Perdomo otra dama de fama de la época.

Feliciana Villalón Wilson, el rostro del Alma Mater, murió 65 años después de creada la obra.

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